El Imperio del Lujo Mediceo. Matar a Leonardo Da Vinci.
- Felix Plaza. Trendy Room Editor.
- 14 ene 2016
- 5 Min. de lectura

El ALMA Y LA PERSONALIDAD SUPERAN AL GENIO Y EL TALENTO.
"Hay tres tipos de personas. Aquellas que ven, aquellas que ven únicamente lo que se les muestra y aquellas que nunca ven nada. Hasta otra, amigo sandro"
Con este fragmento de Matar a Leonardo Da Vinci recopilamos la esencia de este maravilloso trabajo de Christian Gálvez que tan grato y enriquecedor ha sido para nuestros sentidos. En Trendy Room somos del primer grupo, ¡los que ven!, pues sí que vemos el fantástico trabajo de su escritor, Christian Gálvez, que ha sabido documentar a su primogénito con esmero y paciencia, con exactitud cronológica aportando un hilo argumentativo casi musical que nos ha permitido encuadrar temporalmente cada suceso, cada capítulo y cada hecho de la vida del Gran protagonista, Leonardo Da Vinci, así como de sus coetáneos. Además de la labor documental se percibe un halo de ternura y cariño en las hazañas de este personaje y del legado histórico y artístico, pero sobre todo personal y humano, que nos ha dejado hasta llegar a nuestros días.
Lo que también hemos visto, gracias a esta obra detallista, es la recreación de una época, el Renacimiento Italiano, y la descripción exhaustiva de su esplendor creativo, sensorial y emotivo. El descifrado de una época convulsa, dulce y a la vez cruel, revolucionaria y simultáneamente represiva, paganamente liberal y recatadamente religiosa, así fue el Imperio Mediceo y su mecenazgo artístico. Este renacer cultural evidencia el espíritu de la saga Médici, una meritocracia donde los conocimientos, la creatividad, las artes, la superación y el don marcaban la valía de sus ciudadanos en lugar de la cuna. Artistas, matemáticos, poetas, filósofos, científicos, médicos, políticos, antropólogos, políglotas, escultores, notarios y comerciantes construyeron una reputación aclamada a través de su valía profesional independientemente del apellido.. La primacía por el saber, la admiración por el aprendizaje, la constancia del conocimiento y la liberación de creación y expresión eran las principales bazas de vida, unidas a una obsesión por marcar un hito en la historia, un punto de claridad tras una edad de oscuridad y ocultismo, y de construcción de un legado para las generaciones venideras.
Pero, por encima de todo, lo vemos a él: Leonardo. Un ser único. Un hombre dotado de una mentalidad anticipada a la época que le tocó vivir, un ser humano que luchó contra el carácter caduco de su cuerpo pero que inmortalizó la intangibilidad de su nombre, su alma y sus conocimientos. A través de sus escritos, cuadernos y obras de arte hemos indagado en su modus vivendi, enigmático e intrigante, pues hacía esperar el momento adecuado para presentar sus creaciones y darles el valor del momento y el lugar adecuado; sofisticado y bello, los retratos y esculturas que recogen sus rasgos físicos nos presentan un leonardo de cabellera miel y facciones bellamente estilizadas.
Un artista competitivo y exigente con el más importante de sus coetáneos: él mismo. Comprensible con sus seres queridos, su propia madre lo abandonó durante más de 40 años por cuestiones que se escapaban a su mano y, a pesar de ello, la inmortalizó en la obra pictórica más aclamada de todos los tiempos. La Gioconda es Caterina Da Vinci. Sabio en sus juicios y exigentemente analítico en su trabajo.
Gran parte de su vida fue en contra de viento y marea diseccionando cuerpos inhertes para conocer cada músculo, hueso y movimiento postural, de aquí su interés científico y su precisión pictórica.
Justo en sus venganzas, luchador de sus creencias, considerado agnóstico y obstinado creyendo sólo en aquello que pudiese justificar con pruebas sólidas y reales. Este carácter intrépido lo fue adquiriendo de su niñez con el abandono de su madre, el rechazo de su padre, la separación de sus hermanos, la traición de amigos a los que consideraba referenciales como Sandro Botticelli, quien lo acusó falsamente de sodomía, arrastrado por los celos que desataban las críticas victoriosas cada vez que una obra del de Vinci veía la luz; la calidez y el apoyo de su maestro Verrocchio, la vitalidad de su "hijo adoptivo" Gian Giacomo Salai o la dedicación de su aprendiz Francesco Melzi. La admiración de sus señores mecenas como Lorenzo de Medici, Ludovico Sforza o Francisco I de Francia.
Aunque ante este titular la pregunta es inevitable. ¿Por qué Matar a Leonardo Da Vinci?. Nos ronda la cabeza la dualidad de dos cuestiones ¿Por qué ese título?; ¿Por qué y quién querría asesinar al genio más grande de todos los tiempos?.
En cuestión a la primera, no desvelaremos el final del libro, pero ahondaremos en la trama intrínseca. No es que estemos ante una obra de persecución policíaca pero en cierta forma, esa huída constante y esa envidia perenne se mantiene estática durante toda la vida del maestro florentino, quien al no encuadrar en los esquemas de la época es tachado en muchos círculos. Todo parte de la etapa más dolorosa que marcará su vida y su carácter. Su acusación por sodomía y su encarcelamiento con prácticas de tortura incluidas. De ahí Leonardo desarrolló un carácter análitico con el que juzgó a la religión, al fanatismo de Savonarola, la falta de libertad artística y personal del Vaticano. Sus pontífices Sixto IV, Leon II o el propio hijo del mecenas de los mecenas. Lorenzo el Magnífico. Estos encontronazos, junto con la imagen que producía su interés científico por la disección de cuerpos humanos, hicieron de Leonardo Da Vinci una figura Non Grata ante las capas más radicales y conservadoras. Lo que a otros pasaban por alto, como a Miguel Ángel, Botticelli, Rafael a Leonardo se lo recriminaban. Ser el mejor no solo aporta admiración y fidelidad. Fueron las consecuencias sintomáticas a su lealtad al conocimiento y la veracidad.
Finalmente, la obra de Christian Gálvez, nos conduce por una época, una ciudad y sus calles. Como un halo de vida que recorre cada rincón inerte de una ciudad opaca, Florencia, ensepiada en litografías polvorientas recobrando el aliento de antaño y transportando ese digno escenario cotidiano del Renacimiento a nuestros días. De esta escenografía destacamos:
El Palazzo del Bargello (antiguo Palazzo della Podestá) donde Leonardo fue encarcelado, el taller del Maestro Verrocchio convertido en la actual Iglesia San Michele Visdomini y su hermosa placita. La ex-clínica della maternitá en via degli Alfani donde entre otros residía el genio del Renacimiento, y maestro de Botticelli, Filippo Lippi; la loggia del pesce, actual mercado del Porcelino, el prestigio de Via Condotta con sus notarías y la Piazza Sant'Apollinare donde el propio padre de Leonardo, Piero Da Vinci, asentaba su notaría; la Via Delle Prestanze donde residían los Da Vinci, a excepción de Leonardo; el restaurante conjunto de Botticelli y Da Vinci llamado Le tre rane di Sandro e Leonardo; la Iglesia de Oggisanti; El Hospital de los Inocentes donde Leonardo se recuperó de sus heridas y traumas tras su encarcelamiento; bajando la Via Larga llegamos al esplendor del imperio residencial de los Médici, el Palazzo Médici Riccardi.
El taller de Pollaiuolo, el Palazzo Vecchio y la Loggia de la Signoria donde se ejercía el poder; el místico Duomo donde se ejecuta la conjura de los Pazzi contra el poder de los Médici, vecino del campanario de Giotto y la cúpula de Bruneleschi; la antigua casa de los Uberti, ahora parte del Palacio de la Signoria y un sinfín de rincones históricos, algunos ya inexistente, otros traducidos a nombres actuales y otros intactos, que nos sumergen en esta historia vinciana.
Este leonardo y su historia, su talante y su personalidad arrolladora han avivado unas ganas imperiosas de superarnos, de crear y producir historias nuevas en Trendy Room, de productividad y legado. Al igual que al genio florentino, que tantas obras inacabadas dejó por su ímpetu de emprender nuevos proyectos, se nos amontonan las ideas, los proyectos y las ilusiones por hacer de nuestras vidas algo mejor. Inspirándonos en esa frescura vinciana, volaremos junto a él.
Felino Plaza
Trendy Room Editor.
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